Las crueldades del grupo islámico yihadista nigeriano no parecen tener fin. Su horror y crueldad no cesan haciendo de las películas de terror un cuento infantil comparando con la terrible realidad de las actividades antihumanas de este grupo terrorista.
El grupo, creado en 2002 por el fanático salafista Ustaz Mohammed Yusuf, que fue asesinado por las fuerzas de seguridad nigerianas, se ha caracterizado por su crueldad extrema. En el año 2014 quemaron vivos a 60 estudiantes en una escuela cristiana. Ese mismo año raptaron a más de 200 niñas, que fueron violadas varias veces al día y obligadas a convertirse al Islam, según el testimonio de una niña que logró escapar.
No conocen los escrúpulos, ni los sentimientos. Una de sus últimas acciones fue usar niñas de 10 años para detonarlas con explosivos, como así sucedió en un concurrido mercado en la localidad de de Maiduguri.
El ejercito nigeriano, atrasado, mal equipado y entrenado es incapaz de frenar esta plaga. Incluso ha fusilado a oficiales y soldados que se negaron a combatir en unas lamentables condiciones. Si a esto se añade la caída de los precios del petróleo, que agrava la maltrecha economía del país, es fácil concluir el progresivo control del país que está teniendo esta horrible secta.
En una de sus terribles ofensivas arrasaron por completo el pueblecito de Doron Baga. Podían haber muerto unas 2.000 personas. Según estremecedores relatos, hechos públicos por Amnistía Internacional (AI) un hombre huyó kilómetros entre montones de cadáveres y mataron a una mujer en el momento de dar a luz, cuando la mitad del bebé estaba fuera.
Las imágenes mostradas por Amnistía Internacional muestran la localidad el 2 de enero de 2015 y el 7 de enero de 2015, tras el salvaje ataque.
Una imagen vale más que mil palabras.
Ya no queda nada de lo que fue Doron Baga, un pueblecito de pescadores en Nigeria
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