La crisis alimentaria
La crisis alimentaria
La actual crisis financiera ha tapado, por así decirlo, otra gran crisis, que superpuesta a la anterior, agrava más el panorama general. Es la crisis alimentaria.
Tras 50 años de bajada ininterrumpida de los precios de los alimentos, en año 2003 hasta el 2005 empezaron a subir levemente, pero en los años 2006 a 2008 esta tendencia se aceleró.
El descenso de la oferta alimentaria internacional se debe fundamentalmente al descenso de la producción, a la disminución de los stock y las barreras a las exportaciones de alimentos.
Durante dos años consecutivos se ha producido un descenso significativo de los rendimientos de los cultivos a escala internacional que se ha atribuido a las siguientes causas: circunstancias climáticas adversas; degradación de la tierra agrícola; elevación del precio de los insumos productivos.
Todo ello va unido a una falta de inversión en la agricultura no habiéndose encontrado soluciones innovadoras para aumentar los rendimientos.
Paralelamente se ha producido una disminución de los stock de cereal a escala mundial, como consecuencia de la aplicación de las políticas destinadas a la reducción de excedentes que se habían llevado a cabo en las décadas anteriores. La implementación de otras políticas agrarias también desacertadas, tales como las barreras a la exportación de alimentos que se aplican en algunos países, se suma a las causas del descenso de la oferta internacional.
El incremento de la demanda de alimentos se atribuye tanto a un aumento del número de consumidores como a una mayor demanda de consumo en términos per cápita. El aumento del número de consumidores viene determinado por el incremento de la población mundial que aumenta a un ritmo de 75 millones de personas al año. El aumento de la demanda de alimentos per cápita se ha atribuido principalmente a las poblaciones de China e India, donde se han producido cambios en la dieta como consecuencia del aumento del poder adquisitivo de su población. El aumento de la población urbana con respecto a la población rural hace que aumente el número de los compradores netos de alimentos frente al de productores lo cual también funciona a favor del aumento de la demanda.
Otros usos no alimentarios de los cultivos, principalmente para la producción de bio-diésel, tienen parte de la responsabilidad en el aumento de demanda de cereales. Otra vez una mala política, las subvenciones a la producción de bio-diésel para usos no alimentarios, ha agravado la situación.
A estos factores hay que añadir la especulación de capital. Como consecuencia de cambios importantes en los mercados financieros internacionales, en los últimos años se ha producido un cambio en las prioridades de inversión y grandes inversores han destinado miles de millones de dólares a la compra de cereales con objetivos especuladores.
Mientras que existe un importante grado de consenso en la identificación de los factores determinantes de la subida de precios de los alimentos, no existe acuerdo en la importancia relativa de cada uno de estos factores o, dicho de otro modo, en el porcentaje de culpa que atribuir a cada una de ellos. En todos los foros se habla de la responsabilidad que tiene el destino energético de los productos alimentarios, pero muchos analistas dicen que su influencia en la subida de los precios es muy pequeña.
La conversión de plantaciones de maíz para la producción de etanol ha presionado al alza los precios de los alimentos.
En los mismos documentos en los que se habla del aumento de la demanda de alimentos per cápita en China e India se señala que su influencia en los precios internacionales no es significativa ya que en estos países se ha producido un aumento de la oferta concordante con la mayor demanda. En cuanto a la especulación del capital, en distintos foros se denuncia que es ésta la principal causa de la crisis pero tampoco hay acuerdo y continúa siendo un tema de debate.
La crisis de los precios
También se ha debatido sobre el tiempo en que los precios de los alimentos permanecerán a niveles altos. Ello estará determinado por la duración de los factores que los determinan.
Los altos precios de los alimentos han tenido consecuencias dramáticas en las personas más pobres.
En el año 2008 se ha producido un descenso marcado (y también inesperado) del precio del petróleo. Además no se han dado las condiciones climáticas adversas de años anteriores y se ha producido un aumento de los rendimientos. Como consecuencia de ello en la segunda mitad del 2008 los precios de los alimentos han descendido con respecto al pico alcanzado en el 2007.
Sin embargo, y debido a que otros factores que inciden en los precios de los alimentos no se espera que varíen de modo importante en el corto o medio plazo, se puede decir que la subida de precios no responde a un fenómeno coyuntural sino que se debe a razones estructurales. Por ello las tendencias indican que en los próximos años los precios de los alimentos, aunque se mantendrán por debajo del precio alcanzado en el 2007, estarán por encima del precio del 2004 y entre un 20 y un 40 por ciento superiores al mínimo histórico del 2002. La era de los precios bajos de los alimentos ha concluido.
Los altos precios de los alimentos han tenido consecuencias dramáticas en las personas más pobres. La subida de precios de los alimentos ha empujado a un montón de familias moderadamente pobres a la pobreza extrema. A aquéllos que ya eran extremadamente pobres los ha llevado a una situación crítica derivada de su incapacidad para comprar alimentos.
Cuando una familia no tiene ingresos para comprar alimentos suficientes la secuencia más común para obtener alimentos es: 1) Utilización de los ahorros. 2) Pedir o comprar crédito. 3) Vender activos no productivos (por ejemplo una lámpara o un collar). 4) Vender activos productivos (por ejemplo las herramientas de trabajo o un riñón). 5) Aducir a la caridad social. 6) Esperar a las intervenciones de ayuda alimentaria. 7) Emigrar.
Hay que mejorar la asistencia alimentaria de emergencia y las redes nutricionales
En estos casos, aunque la familia haya conseguido cubrir las necesidades alimentarias de los miembros de su familia ha comprometido su capacidad de recuperación en el futuro.
Su vulnerabilidad ha ido aumentando hasta llegar a una situación en la que depende totalmente de la ayuda externa para sobrevivir.
Hay quien señala que la subida de precios de los alimentos tiene efectos positivos en los pobres rurales, que son productores netos de alimentos ya que pueden aumentar sus ingresos al vender a mejor precio sus productos.
Sin embargo, estos mejores precios no compensan el todavía mayor aumento de los precios de los insumos de producción (abonos, semillas, herbicidas y combustibles).
Particularmente el precio de los abonos ha duplicado la subida de precios de los alimentos. Los beneficios de la subida de precios de los alimentos se han quedado sólo para los grandes productores.
Las últimas estimaciones indican que el número de personas que padecen hambre en el mundo se ha incrementado en 100 millones alcanzando la cifra de 1000 millones de personas, lo cual ha supuesto un paso atrás en la consecución del objetivo del milenio de reducir a la mitad la incidencia del hambre en el mundo para el año 2015.
Es importante señalar que estas estimaciones derivan de datos estadísticos del año 2005 y 2006 y por consiguiente no reflejan la acusada subida de precios del año 2007. Ello nos lleva a decir que los datos reales en el momento actual son mucho más dramáticos de lo que indican estas cifras.
Además, el sistema de ayuda alimentaria se ha visto gravemente afectado: las agencias humanitarias tienen que cubrir una mayor demanda y se encuentran sobrepasadas ya que no se han mejorado los recursos, las herramientas ni las estrategias con las que actúan estas agencias.
La crisis alimentaria ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad a la seguridad alimentaria de millones de personas. También ha quedado patente la incapacidad de los Estados y de la comunidad internacional para detectar señales de alarma y obrar en consecuencia de manera que se reduzca el riesgo a la inseguridad alimentaria se incremente la capacidad de respuesta y se garantice el derecho a la alimentación.
Un nuevo plan de acción
La identificación de las causas y consecuencias de la crisis alimentaria ha motivado que los jefes ejecutivos de las Naciones Unidas decidieran crear un Equipo de Tareas de Alto Nivel sobre la crisis de la Seguridad Alimetaria con el objetivo de de diseñar un Plan de Acción para abordar la crisis.
Dado que las causas identificadas como desencadenantes de la subida de precios de los alimentos son en gran medida causas estructurales, en el Plan de Acción se incluyen acciones estructurales cuya aplicación y resultados se observarán a medio y largo plazo.
El principal objetivo de estas acciones es reformar y fortalecer los sistemas agrarios de los países en desarrollo y mejorar los mercados internacionales de los alimentos de manera que puedan responder de manera sostenible al crecimiento de la demanda.
Sin embargo, si en el diseño del Plan sólo se contemplan las medidas para resolver las causas de las crisis, muchos de los que padecen hambre estarán muertos antes de que los beneficios de tales medidas afecten a sus vidas.
La crisis financiera está desplazando a la crisis alimentaria
Por ello, en el diseño del Plan también se tiene presente las consecuencias de la crisis y se incluye un conjunto de acciones a corto plazo cuyo objetivo es satisfacer las necesidades inmediatas de las poblaciones vulnerables. Para asegurar que todo el mundo tenga acceso a alimentos cada día se debe mejorar la asistencia alimentaria y los programas de protección social así como procurar que todo el mundo tenga acceso a ellos.
La actual crisis financiera es un factor de aumento a la vulnerabilidad a la seguridad alimentaria mundial. Por un lado ha introducido un nuevo factor de riesgo sobre las perspectivas de los próximos años agravando la situación. Por otro, amenaza la capacidad de respuesta para hacer frente al riesgo. Tanto las acciones a corto plazo como las acciones a medio y largo plazo que se incluyen en el Plan de Acción para resolver la crisis requieren apoyo financiero. Aunque se estén renovando compromisos de ayuda, con la actual crisis financiera internacional no es el momento ideal para que estos compromisos se materialicen en hechos.
Por último, la crisis financiera está acaparando la atención internacional y ha desplazado de los medios de comunicación a la crisis alimentaria, que durante un periodo corto ocupó los titulares de los periódicos. Son muchas las voces que reclaman que la crisis alimentaria no quede en el olvido.
Esta crisis rompe con una tendencia prolongada de precios especialmente bajos de los alimentos, fruto de las políticas de subvenciones a la agricultura por parte de los países del Norte. El modelo de agricultura corporativa capitalista industrial han generado grandes excedentes que se colocan en los mercados internacionales a bajo coste, realizando un dumping en toda regla a los pequeños productores locales del Sur, incapaces de hacerles frente debido a los acuerdo internacionales de apertura de mercados al comercio internacional (Acuerdo sobre Agricultura de la OMC, 1994).
La crisis alimentaría actual es una crisis de acceso, no de producción y tiene su origen en el proceso de liberalización económica sufrida por las economías del Sur. Siguiendo las directrices impuestas, vía ajuste estructural, por el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional primero y, posteriormente por la OMC, han mercantilizado la producción y el acceso a los alimentos quedando éstos al albur de los avatares del mercado internacional. El mercado internacional, y no la capacidad productiva local del campesinado que es considerada como ineficiente es el encargado de garantizar la satisfacción de las necesidades alimentarías de la población mundial y su seguridad alimentaría. Estas políticas de reducción del gasto y privatización, junto con los acuerdos de liberalización comercial y de integración económica, han retirado el crédito a los pequeños agricultores desmantelado las empresas estatales de comercialización y almacenamiento, y eliminado la intervención en los mercados para el sostenimiento de los precios. Ahora estas funciones pasan a manos de unas pocas agro-corporaciones industriales con un alto poder de mercado, que controlan las diferentes partes de la cadena alimentaria desde los insumos hasta su comercialización, configurando un modelo de agricultura capitalista industrial excedentario, muy subvencionada, que ha mantenido los precios internacionales artificialmente bajos minando la producción campesina local de la mayoría de los países.
Esta crisis se ha producido por factores diversos tanto de oferta como de demanda, pero en sus fundamentos estructurales se han debido a las reformas liberalizadoras señaladas. Al contrario de lo ocurrido en otros periodos de subidas del precio de los alimentos que han sido coyunturales, la actual crisis apunta a fenómenos de mayor calado que pueden permanecer por un periodo prolongado.
Según la FAO (2008), estos factores por el lado de la oferta serían las malas cosechas de algunos de los principales exportadores mundiales (Australia) y la insuficiente respuesta de los pequeños productores al alza de precios de 2007, junto con el aumento de los costes producido por el incremento de los precios del petróleo, aderezado con unos niveles ínfimos de reservas alimentarías a nivel mundial. Mientras que por el lado de la demanda estarían: el aumento motivado por los mayores niveles de crecimiento económico y de ingresos de ciertos países emergentes, la nueva demanda de productos agrícolas para su utilización como insumos en la producción de agro-combustibles, las crecientes operaciones financieras en los mercados de futuro internacionales de productos agrícolas realizadas por los inversores institucionales, dentro de su estrategia de diversificación de la cartera de inversiones para obtener máxima rentabilidad a corto plazo; y, el aumento de la demanda debido al menor precio relativo de los productos agrícolas establecidos en dólares por la apreciación de muchas monedas respecto al mismo.
Salidas a la crisis
Su resolución va a depender del acierto en el diagnóstico que se realice de sus causas y de la voluntad para tomar las medidas necesarias para superarla. A este respecto hoy día hay dos visiones muy contrapuestas. La oficial, que considera los alimentos como una mercancía más y por tanto confía en el mercado mundial como la vía más eficiente para garantizar el suministro y la satisfacción de las necesidades alimentarias mundiales; y que entiende que la crisis actual obedece a un desajuste puntual entre el suministro y las necesidades por motivos coyunturales (descenso cosechas, aumento demanda, etc). La alternativa, que considera el hambre y la crisis alimentaria son consecuencia de la imposición de un modelo de agricultura capitalista industrial donde prima el beneficio privado y no la satisfacción de necesidades (GRAIN 2008: El negocio de matar de hambre).
La primera visión sigue apostando por la liberalización económica interna y externa para el logro de un a mayor eficiencia también en este mercado. La FAO ofrece un discurso más elaborado que, sin cuestionar la primacía del mercado, presenta un mayor interés por el derecho a la alimentación y la necesidad, de establecer redes de seguridad social que lo garanticen, defendiendo a su vez que sólo el desarrollo agrícola de los países pobres, y en especial de sus pequeños productores, será eficaz en la lucha contra el hambre. Declara programáticamente el carácter prioritario que tiene en su agenda la lucha contra el hambre, mientras se suceden cumbres mundiales para abordarla, como las recientes del G8 y la próxima Cumbre Alimentaria Mundial en noviembre en Roma.
En el polo alternativo se ha consolidado un movimiento internacional liderado por los movimientos campesinos a favor de la soberanía alimentaría como la única salida a esta situación. Defiende un modelo de producción y consumo más sostenible ligado a la proximidad y a la temporalidad de los productos, con derechos por parte del campesinado sobre sus medios de producción y de los países respecto a sus políticas agrícolas y alimentarías, en especial el derecho a defenderse de las importaciones alimentarias subvencionadas. Reconoce el carácter multi-funcional de la agricultura y la importancia de la propia capacidad productiva de las comunidades locales para la satisfacción de las necesidades alimentarías.
El crecimiento de la producción alimentaria ha sido mayor que el crecimiento de la población. La cantidad de alimento por persona se incrementó durante el período 1961-2005.
Aunque algunos críticos han argumentado que esta crisis alimentaria se debe al crecimiento sin precedentes de la población mundial, otros, sin embargo, mencionan que la tasa de crecimiento, de hecho, ha bajado de manera drástica desde 1980, y que la disponibilidad de cereales ha seguido creciendo más deprisa que la población. La producción de alimentos per cápita ha crecido desde 1960, y esta tendencia no ha cambiado dramáticamente con las cosechas de 2006-2007.
Los análisis de abril del 2008 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación mantienen que mientras el aumento del consumo de cereales ha subido uno por ciento desde 2006, la mayoría de este aumento ha ido a parar a los países desarrollados. Donde ha aumentado su utilización para el consumo humano ha sido en gran parte en alimentos con "valor añadido" (procesados), que se venden en países desarrollados y en vías de desarrollo. El crecimiento total de la utilización de cereales desde 2006 (una subida del 3%, superior al 2% de promedio anual del período 2000-2006) ha sido mayor en el uso no alimentario, especialmente en piensos y biocombustibles. Para producir un kilogramo de carne de vacuno se necesita usar siete kilogramos de cereales como pienso. Estos informes, por lo tanto, concluyen que es el uso industrial, en piensos y en alimentos que incorporan un procesamiento importante, y no el aumento de población entre los consumidores pobres de cereales en bruto o poco elaborados, lo que ha contribuido a los aumentos de precio.
Factores que han influído
Muchos factores contribuyeron al aumento de los precios básicos. Los analistas lo han explicado como una combinación crucial de factores: malas cosechas en varias partes del mundo debido al clima, bajos niveles de reservas de comida, aumento del consumo de China e India, aumento demográfico mundial, aumento de consumo de biodiésel y cambios en la economía global.
Impacto de los biocombustibles
Una de las causas del incremento de precios sería el uso de cosechas de maíz estadounidense para fabricar biocombustibles. Como los agricultores dedicaron más cosecha para biodiésel que en años anteriores, se redujo la oferta destinada a la producción de alimentos en proporción. Esto ha reducido los alimentos disponibles, sobre todo en los países subdesarrollados, donde el aprovisionamiento que una familia se puede permitir ha bajado en gran medida. La crisis se podría interpretar, en cierto modo, como una dicotomización entre países ricos y pobres: por ejemplo, llenar el depósito de un automóvil mediano con biocombustible requiere tanta cantidad de maíz como la que un africano consume en un año entero.
Desde finales de 2007, la inflación agraria, causada en parte por el mayor uso de maíz para biocarburantes, así como la fijación del precio del maíz respecto al del petróleo que hicieron los comerciantes en materias primas y el consiguiente aumento de precios, ha causado la sustitución de mercado del maíz, con subidas de precios que se trasladan en torrentes a otras materias primas: primero fueron los precios del trigo y soja, después del arroz, el del aceite de soja y el de otros aceites de cocina.
Los biocombustibles de segunda y tercera generación (como el etanol celusólico y el combustible de algas, respectivamente) pueden, algún día, aminorar la competencia con los cultivos de alimento. Los cultivos no alimentarios pueden crecer en tierras marginales, inadaptadas para los de alimento, pero estos biocombustibles más avanzados requieren mayor desarrollo en prácticas agrarias y tecnología de refinamiento. En contraste, el etanol del maíz usa tecnología madura, y el cultivo de maíz puede ser cambiado de uso alimentario al uso para combustible rápidamente.
Crecimiento de la población mundial
Al observar el índice de precios de la comida de la FAO , es posible deducir que no hay ningún problema con los precios. El índice de 2009 no alcanza los máximos de 2007 a 2008, cuando un aumento brusco de los precios agravó el hambre en el mundo, salió en los titulares de los medios, y avivó el debate en el seno de la Conferencia sobre la Seguridad Alimentaria en Roma el año pasado. Sin embargo un análisis más riguroso muestra que el índice nunca llegó a los niveles de antes de la crisis y que ahora está aumentando otra vez.
Los precios de los alimentos siguen siendo altos, un elemento clave para los más de mil millones de personas para quien la alimentación todavía supone gran parte de su gasto diario. Por ejemplo, la presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el Desarrollo Integral, Relinda Sosa, señala que la población más pobre del Perú gasta casi setenta céntimos de cada dólar sólo en comida. Para mucha gente en una situación similar - mujeres, campesinos, pescadores artesanales y trabajadores agricultores -la crisis es una realidad diaria.
El precio de la comida es solamente una de las muchas causas de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, que se suman al cambio climático, los problemas de la distribución de la comida, la falta del acceso a los recursos, las reglas del comercio sin justicia, las políticas domesticas deficientes, los derechos a la tierra que no son seguros, la reducción de inversión y apoyo a la agricultura, y una falta de liderazgo en general.
Y sobre el terreno ¿Cómo se manifiesta la crisis alimentaria? En Ecuador, cuatro de cada diez personas viven en el campo. Sin embargo, en la población rural, la pobreza es casi doble del nivel nacional, según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos. Los pequeños productores o familias de agricultores- en muchos casos indígenas - cultivan la mayoría del maíz, arroz y papa en el país. Sin embargo, sufren "las consecuencias de un modelo económico que concentró la pobreza y la exclusión en el campo y de la crisis de precios que sólo beneficia a los intermediarios", según Luis Andrango - Presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador (FENOCIN).
En los países del Cuerno y del Este de África las crisis alimentarias se suceden tras muchos años de sequía. Además las crisis se ven agravadas por las guerras, la falta de inversión y altos precios de la comida. En Kenya, por ejemplo, casi 10 millones de personas están en un estado de "inseguridad alimentaria". La malnutrición supone una auténtica emergencia humanitaria en muchas áreas rurales y está aumento también en las ciudades. La sequía y los precios altos son una mezcla peligrosa. Cómo explica Agnes Nasu, madre de cinco niños, de Turkana: "Una lata de trigo cuesta 20sh por 300 gramos ... recibimos muy poco por lo que cuesta. En la misma época el año pasado, costaba 10sh. En comparación hace dos años, la cantidad que se recibe se ha reducido muchísimo."
Según la FAO, hoy en día, más de un millón de personas sufre malnutrición. Es la mayor cifra de la historia. Estamos en grave peligro de no alcanzar los Objetivos del Milenio de reducir a la mitad el hambre para 2015. Todo esto a pesar de la opinión de algunos expertos según la cual ya tenemos los medios para acabar con el hambre y que sólo falla la voluntad política. Esta cumbre podría cambiar la situación. Sin embargo, en la Declaración de la Cumbre ya se indica que los países ricos no están preparados para asegurar los recursos necesarios. De los 20.000 millones de dólares para la inversión agropecuaria que se prometieron el año pasado en la reunión del G8, sólo 3.000 suponen nueva inversión - el resto es una mera reasignación de fondos.
Para saber más:
AFONSO GALLEGOS, Ana. La crisis alimentaria mundial. MADRI + D. 2009. Disponible en Internet: http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=38790&tipo=g
ARESKURRINAGA, Efren. Hambre, inseguridad y crisis alimentaria mundial. Portal de economía solidaria. 2009. Disponible en Internet: http://www.economiasolidaria.org/documentos/hambre_inseguridad_y_crisis_alimentaria_mundial
BOWCOCK, Haley. seguimos lejos del final de la crisis alimentaria mundial. Oxfam Internacional. 2009. Disponible en Internet: http://blogs.oxfam.org/es/blog/09-11-12-crisis-alimentaria-lejos-del-final
WIKIPEDIA. Crisis alimentaria mundial (2007-2008). Disponible en Internet: http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_alimentaria_mundial_(2007-2008)
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