Se cumple un año de gobierno del Partido Popular, que se podría resumir en lo siguiente:
- Nulos resultados económicos. Seguimos en recesión y con la prima de riesgo disparada.
- Subida generalizada de impuestos, IRPF, IVA… hasta llegar a la estrambótica anécdota de ser el país en el que se pagan más impuestos por morirse, en los servicios funerarios.
- Reforma laboral, que hasta el momento sólo ha destruido empleo.
- Destrucción de servicios públicos, especialmente en investigación, educación y sanidad. Desacreditación y persecución político-jurídica de la figura del funcionario público.
- Ni emprendedores, ni investigación, ni nada de nada. ¿De dónde pensará el gobierno que van a salir los brotes verdes?
- Protección y blindaje de la casta política parasitaria. Se refuerzan las diputaciones y se elimina el número de concejales, los políticos más próximos, de los cuales la mayoría no cobra nada.
- Por lo anterior, reticencias a aceptar el rescate de la Unión Europea, no sea que a nuestros socios no les haga mucha gracia el despilfarro de la Casta.
También hay que decir que ha tenido alguna actuación positiva (lo mismo que la oposición), pero en definitiva es un pésimo y desolador balance, que ha pulverizado los sueños y las esperanzas de los ciudadanos que votaron a Rajoy, consiguiendo una mayoría absoluta, pensando que haría unas reformas que eliminarían el lastre que sufre la sociedad española. Por el contrario, parece que las reformas van encaminadas a expulsar personal laboral de la Administración (hasta se habla que hay reformas para hacer lo mismo con el funcionario) con el fin de seguir manteniendo a enchufados, mantenidos, aduladores y correveidiles.
Pero no se vayan todavía que aún hay más. ¿Qué tenemos en la oposición? Un partido socialista cuya alternativa es más casta parasitaria y autonómica, una Izquierda Unida cuya alternativa es muchísima más casta parasitaria y autonómica, y unos nacionalistas cuya alternativa es que nunca les deje de faltar dinero y privilegios.
El panorama es desolador, para echarse a llorar y no parar. La esperanza es una reacción democrática ciudadana despolitizada y limpia, poco probable en un país poco habituado a la democracia participativa, civil y despolitizada. O que a partidos minoritarios, como UPyD o Ciutadans se les de una oportunidad para cambiar la situación. O que un puñado de personas honradas y valientes en los partidos mayoritarios logren cambiar la situación.
No perdamos la esperanza. No nos resignemos a que la única alternativa para los españoles sea la emigración
Jaime Arroyo
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