Primero fue la destitución de Pedro J. Ramírez, director de El Mundo en enero de 2014. Luego vino Antonio Caño, director de El País, y José Antich, director de La Vanguardia, en febrero de 2014. La jugada respondería, según diversas fuentes, a hacer desaparecer voces críticas con el Gobierno, la Corona y un sector de la clase política.
Tras esta operación, dirigida por Soraya Saénz de Santamaría, en compensación el Gobierno otorgaría a los medios de AEDE la tasa Google, a través de la reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual.
Pero estas confabulaciones no pasaron desapercibidas al público y a los internautas. Al principio, estos medios, y en general los afines de la asociación AEDE, perdieron lectores y tráfico pasivamente, ya que consideraban que había perdido objetividad, y luego lo hicieron activamente, a través de un boicot de menéame anunciado poco después, al conocerse la alianza con el Gobierno y la implantación de la tasa Google.
Las consecuencias no pueden ser más catastróficas para estos diarios. Analizando su caída con Google trends, se observa que actualmente el tráfico de El Mundo es un 8 % de lo que fue en 2010, de El País un 11 % de lo que era en 2009, para La Vanguardia, un 34 % de lo que tenía en 2013, y para ABC, por tomar como referencia otro medio de AEDE, posee un un 9 % de lo que tenía en 2010.
Caída de tráfico de los medios AEDE, analizado con Google trends |
Caída de tráfico de los medios AEDE, analizado con Alexa |
En cuanto a la prensa escrita, tomando los datos publicados por el Estudio General de Medios (AIMC), comparando los datos de febrero a noviembre de 2011, con febrero a noviembre de 2014, observamos que El País ha pasado de 1.915 lectores/día a 1.612; El Mundo, de 1.234 a 1.006, La Vanguardia, de 849 a 677, y ABC, de 623 a 498. Y eso teniendo en cuenta que los lectores de prensa escrita es un público mucho más fiel, y que frecuentemente, no suele utilizar Internet. No obstante, también hay que señalar, que el retroceso de la lectura del periódico en Internet es una clara tendencia.
Los datos hablan por sí solos. La espiral suicida en la que ha entrado el Gobierno de Mariano Rajoy, acompañada por una clase política afín y unos medios de comunicación afines, se ha topado con unos ciudadanos e internautas no tan manipulables como creían.
Jaime Arroyo
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