No nos engañemos: el ser un auténtico inútil no es incompatible con ser un alto cargo. Aunque podamos pensar que las empresas no mantendrían incompetentes en puestos de responsabilidad, lo cierto es que lo hacen, sobre todo las grandes. Aspectos como el miedo a que se revelen secretos, la influencia o el enchufismo son determinantes a la hora de mantener o promocionar a alguien en un puesto que no se merece. Por no hablar de las Administraciones Públicas, donde los altos cargos, en su mayoría políticos, estan ahí por designación "digital".
Según el Informe 2012 sobre Crecimiento y competitividad, publicado por la Fundación BBVA-IVIE, España alcanza 68,5 puntos en cuanto a productividad por hora trabajada, lejos de Alemania (87,1) y la Eurozona (75,9). Solamente Portugal y Polonia alcanzan cuotas de productividad inferiores.
Se podría hablar de muchos aspectos negativos en este sentido, como las reuniones estériles, los comités en los que no se habla de nada importante, las interminables conversaciones teléfónicas para tratar donde se pone una coma, el pasarse las horas muertas en la oficina porque se tiene una vida familiar pésima o no se sabe disfrutar de las cosas bellas de la vida, entre otras cosas.
Es mejor centrarse en lo contrario, en lo que valoran los buenos directivos, muy por encima del horario de trabajo:
1. La intensidad del trabajo: cumplir las tareas a tiempo, hacerlo bien y no dar trabajo a los demás.
2. Ser innovador y hacer las cosas con ilusión. Esto es fundamental para el progreso de una empresa.
3. No crear mal ambiente. Y si es crear ambiente de equipo y compañerismo todavía mejor.
4. Estar ahí cuando se necesite.
Todo esto se resume en una frase: cumplir los objetivos, que no es lo mismo que cumplir el horario.
Pero tampoco se debe caer en el extremo opuesto, que sería prescindir completamente del horario para centrarse exclusivamente en los objetivos, porque si unos determinados objetivos no están sujetos a un horario de referencia, pueden darse situaciones de abuso, explotación y estrés.
En definitiva, se trata de algo tan simple como es la flexibilidad horaria, que está demostrado que aumenta la productividad laboral.
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