No seré yo el que defienda las medidas económicas y antisociales del PP$OE, ni las recetas del FMI, que sólo benefician a unos pocos a costa del sacrificio de la mayoría y hacen esclavos a los pueblos, ni tampoco la destrucción de servicios públicos del gobierno de Rajoy, ni su cansino "sí, bwana, Frau Merkel".
Motivos más que para una huelga, hay para una revolución, entiéndaseme bien, una revolución pacífica, ciudadana, legal y democrática, que cambie el actual sistema, cambiándolo por un sistema político para los ciudadanos y no para las castas políticas y financieras.
Y ahí es donde voy, que los sindicatos subvencionados es otra de las castas que está asfixiando España.
Creo que los sindicatos son necesarios porque deben ser el contrapeso al poder económico, defendiendo los derechos del trabajador e informándole adecuadamente sobre los mismos. Eso es la esencia de los sindicatos, que en España está completamente pervertida. Y no lo digo, por supuesto, ni de todos los sindicatos, ni de todos los sindicalistas. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Lo primero que tiene que tener un sindicato es un criterio de independencia. No lo tiene desde el momento que es un sindicato político con fines políticos; puede tener cierta ideología política, pero sus principales objetivos no deben ser estos. No lo tiene desde el momento que está subvencionado con fondos públicos, ya que sus actuaciones se van a ver condicionadas por los mismos.
Lo segundo que debe tener claro un sindicato es utilizar herramientas de actuación conformes con los tiempos y que no perjudiquen al trabajador. Si la huelga era efectiva hace sesenta años, hoy ya no lo es. Hay muchas empresas, actualmente con pérdidas, como las del sector de automoción, que se frotan las manos con el dinero que van a ahorrar en nóminas de trabajadores en el día de la huelga. Y si hablamos de sectores estatales, ya ni cuento la risa que les da a muchos de nuestros políticos el dinero extra que van a tener a costa de sus trabajadores.
Esta claro que esta huelga es política, de la cual se han desmarcado sindicatos de funcionarios, como CSIF, sindicatos docentes, como ANPE, y sindicatos médicos, entre otros.
Por otra parte, el comportamiento de algunos piquetes ha dejado mucho que desear. El que escribe ha sido testigo de como un piquete de la CNT intentaba coaccionar a unos trabajadores de una manera violenta, ya que se colocaban en la entrada del centro laboral y no dejaban entrar a los trabajadores y la única manera de hacerlo era empujarlos, por lo que produjeron escenas de tensión, en los que el piquete llegó a amenazar a los que accedían a su puesto de trabajo con las astas de las banderas. El tema al final se resolvió con la llegada de la Policía. Afortunadamente, y gracias a ello, la cosa no llegó a más. Si esto son piquetes informativos, que venga Dios y lo vea.
Me han contado que ha ocurrido algo parecido a la entrada de un supermercado. ¿Con qué derecho los piquetes coaccionan e insultan a unas pobres cajeras de supermercado? Con un salario basura, que las quiten 100 euros para algunos miembros de los piquetes puede que no sea nada, pero para ellas lo mismo es necesario para que coman sus hijos o paguen su hipoteca o alquiler. Dicen que todo es por el bien de las trabajadoras, pero ellas, ni son sus hijas, ni son menores de edad.
Hay sindicalistas honrados, liberados que renuncian a su paga en el día de la huelga, pero muchos de ellos no lo hacen, sino que además cobran dietas y gastos. Otros dicen que dan parte de su sueldo al sindicato, y muchos sabemos que se les retorna por otro lado, pero queda todo muy bien de cara a la galería. No hemos nacido ayer precisamente.
¿Si dicen qué son demócratas, porque si yo respeto su derecho a que hagan huelga, no respetan el mío a trabajar? Así lo único que podemos hacer es hundirnos todavía más. Y hundirse más ellos, porque a algo se tiene que deber que los sindicatos tengan tanto descrédito y falta de popularidad en España, si se compara, por ejemplo, con un país netamente liberal y capitalista, como es Estados Unidos.
Necesitamos auténticos sindicalistas y auténticos políticos. Nos sobra casta política parasitaria.
Jaime Arroyo
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