Dos lecciones sobre la huelga del 14-N que no deberían ser desoídas


La primera es el escaso seguimiento de la huelga. La gente no tenía ninguna gana de hacer huelga, ya sea porque consideran que el país no está para huelgas o que no es el método correcto de presión. Y si a esto añadimos la actuación de algunos piquetes violentos, que de informativos no tienen nada, el seguimiento hubiera sido todavía más bajo.

No hay más que comprobar el escaso apoyo que tienen los sindicatos, sobre todo los de corte político. Es cierto que en las elecciones sindicales son UGT y CCOO los sindicatos mayoritarios, pero no es menos cierto que su apoyo va disminuyendo. Las razones que suele alegar la gente es que no se siente representada, que no está de acuerdo con las subvenciones o los liberados, que no han sabido defender los derechos de los trabajadores en tiempo de crisis y que forman parte de la casta política parasitaria.

Tomen nota pues los sindicatos e intenten sacar conclusiones y corregir lo que sea necesario.

Bajo seguimiento huelguista, que contrasta con la alta manifestación en las manifestaciones convocadas. No se puede negar que la presencia ha sido masiva.

Existe mucho malestar social. Al contrario que en el crack del 29, en la que los grandes financieros se suicidaban, esta crisis la están pagando quienes no la han provocado y los más vulnerables. Las castas políticas y financieras se van de rositas y los de abajo están que no ya pueden más. Debe tener el gobierno más sensibilidad social y empezar a recortar de donde debe, que lo que sobran en España son mamandurrias.

Tomen nota pues el gobierno e intente sacar conclusiones y corregir lo que sea necesario.

¿Corregirán algo? ¿demostrarán un poco de sensibilidad? o ¿seguirán a lo suyo? El tiempo lo dirá.

Jaime Arroyo
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