Ha pasado lo que nadie esperaba. Suiza no era rival, Suiza no tiene un gran equipo de fútbol, Suiza no tiene una gran tradición futbolística. Da igual porque todo se ha ido al traste.
El juego de Suiza fue duro, el árbitro es posible que no estuviese a la altura, como que la suerte tampoco benefició, pero éstas no son excusas para una derrota, no apabullante todo hay que decirlo, pero sí cierta.
La narración del partido confirma lo dicho. En definitiva: un partido feo y que podía haber sido mucho más deportivo.
Mal empieza España. En realidad no significa nada. Pero a partir de ahora, habrá que andar con más cuidado y pensar lo que dice el dicho: que no hay enemigo pequeño.
Si la situación en España no está para alegrías, que al menos la Roja nos dé unas cuantas.
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