Pretender lograr la igualdad de derechos entres mujeres y hombres creando un organismo ad hoc para ello es algo completamente absurdo. Dada la actual crisis, es insensato seguir manteniendo el Ministerio de Igualdad, que sólo beneficia a los políticos.
La sociedad ha de avanzar muchísimo para que esa igualdad sea algo cierto y no una simple tendencia o una declaración de intenciones. Uno de los pocos sitios donde sí se respeta escrupulosamente es la Administración Pública. En algunos casos, como la Universidad, las mujeres son una amplia mayoría. Pero dada la estrategia de acoso, derribo y desprestigio de las instituciones públicas por parte de ciertos sectores políticos, mediáticos y económicos, no se quiere mostrar como un ejemplo a seguir.
En el ámbito empresarial, salvo honrosas excepciones, está muy lejos de conseguirse y esto no quiere decir que no exista una teórica igualdad de derechos. Pero aún existe la concepción de que los negocios se hacen en los bares, restaurantes y comidas de negocios.
Otro aspecto en el que hay mucho que avanzar es el reparto de las tareas domésticas. No se puede pretender que una mujer que trabaja fuera de casa las mismas horas que su marido tenga ella sola que realizar todo el trabajo doméstico y encima atender a los niños.
Otras muestra de machismo, tanto por hombres, como por mujeres, es desprestigiar a las mujeres que se dedican exclusivamente al cuidado de los hijos y del hogar, cuando la profesión más importante del mundo es la de madre.
Seguimos con otras injusticias. Aunque haya igualdad de derechos y reparto de tareas domésticas, las que se quedan embarazadas son las mujeres, con todo lo negativo que eso supone laboralmente y la marginación que sufren por ello en muchas empresas.
En definitiva, aún queda un largo camino por recorrer y el Ministerio de Igualdad no sirve para nada más que para hacernos gastar dinero a los contribuyentes.
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