El verdadero problema del desempleo

Es como el problema del déficit público. Hay tantos intereses a su alrededor que no interesa o no se quiere decir la verdad y la realidad. Por otra parte está la torre del marfil, informes que hacen super gabinetes, super catedráticos, super expertos (casi siempre políticos), pero que al final no sirven para nada, porque no saben lo que se cuece en la calle. ¿Sería tan difícil contar con parados, pequeños y medianos empresarios? Seguro que ellos aportarían muchísimo más que las frías estadísticas. ¿No se quiere o no interesa?

Se abre la brecha entre la calle y el poder. Esto no es bueno, pero nada bueno. Si esta brecha no se cierra, puede degenerar en un estallido social y violencia, que es lo que hay que evitar a toda costa.

La violencia no conduce a nada, ni resuelve nada. Me viene a la cabeza los tres muertos de los recientes disturbios en Grecia. No es que tenga cariño al sector financiero, pero al final pagaron el pato tres trabajadores (uno de ellos una mujer embarazada), que eran los que menos culpa tenían. Y aunque los muertos hubiesen sido los tiburones financieros, nadie tiene derecho a matar a nadie, ni a emplear la violencia, ni a tomarse la justicia por su mano. Para algo existen los tribunales y el Estado de Derecho. Y si estos no funcionan, existe el desprecio y la marginación social, pero nunca, jamás, se puede justificar la violencia, porque esta es un monstruo que cuando despierta es difícil que vuelva a calmarse y a dormir. Procuremos, entre todos, que no despierte.

No nos engañemos. Cuando reventó el ladrillo, o sea la construcción, aquí ya se ha visto muy clara la realidad. Hemos quedado con el culo al aire. El principal problema económico en España es el paro, por encima del déficit público (y relacionado con él) y las recetas que se proponen son las típicas emitidas desde la torre de marfil, sin contacto con la realidad: abaratamiento del despido (es cierto que debería revisarse para las pequeñas empresas, pero ¿por qué se trata igual a las pequeñas y grandes empresas?), más contratos basura (¿todavía más basura?), más empresas de contratación temporal (¡buf!), en definitiva recetas que han fracasado una y otra vez. Pero erre que erre, hay que seguir echando cortinas de humo para que no se vea la realidad:

1.- Freno a la especulación y valoración del trabajo: si no se crea algo útil, no se puede crear riqueza y empleo. Sin entrar en detalles y mientras las siguientes fórmulas no sean aceptadas al 100 % por la sociedad, tenemos un problema:

Especulación = parasitismo

Trabajo = diginidad

2. Una más que inadecuada política fiscal: que persigue y acosa a los empleados y a las pequeñas empresas. Una política que desincentiva a los emprendedores. Mientras en otros países, se les dice a los emprendedores: usted cree su empresa, cree riqueza, puestos de trabajo y ya pagará lo que tenga que pagar a Hacienda, aquí se dice lo primero pagar, aunque usted no haya ganado un euro. Por poner un ejemplo, que la licencia de actividades haya de pagarse dos meses antes de iniciar la actividad (y ojalá fuera el único calvario para los emprendedores). 

3. Una más que inadecuada actitud fiscal de la población: una cosa trae otra y la economía sumergida en España es una parte importantísima de la misma. "En negro" o "sin IVA" ya forman parte de las palabras habituales de la población, que por otra parte, gran parte de ella piensa que es moralmente aceptable evadir impuestos, cuando es uno de los gestos más insolidarios que existen, pero que la actitud de los poderes públicos desde luego no ayuda a cambiar esta tendencia.

4. Valoración y potenciación de la cultura y la formación. Esto no falla y pocos argumentos admite en contrario. El paro azota de manera inversamente proporcional al nivel de formación. Los países que apuestan por la cultura se desarrollan, los países que hacen lo contrario se arruinan.

5.- Unos costes energéticos que arruinan el país: en España tenemos una energía carísima que supone un auténtico lastre para las familias y las empresas. Y a esto hay que añadir las "estimaciones", que curiosamente, casi siempre son al alza. En este apartado también había que meter al sector de las telecomunicaciones. Los sectores energético y de telecomunicaciones debieran ser claves para el desarrollo económico español, pero actualmente suponen una importante rémora.

6.- Una deplorable actitud de gran parte de la clase política: el elevado déficit público siempre se atribuye a los funcionarios, cuando éstos son simples trabajadores. Esta actitud tan estúpida y tan cínica no la tienen las empresas hacia sus trabajadores (¿será que la mayor parte de los políticos no valdrían para empresarios?, una cosa es que las cosas vayan mal y haya recortes y otra cosa es echar la culpa a otros, lío, lío que yo no he sido), ni tampoco la banca (que repito que mucha simpatía no la tengo, pero al menos en esto son coherentes). Los buenos gestores reconocen sus errores (rectificar es de sabios) y a veces es necesario que sus trabajadores tengan que hacer sacrificios por la supervivencia de la empresa y otra cosa es una gran parte de la casta política española (no toda, por favor) que jamás de los jamases reconocerá un error y toda la culpa la tendrán los funcionarios. Su elevado número de funcionarios se debe frecuentemente a la justificación de los abultados sueldos de los altos cargos, aparte de subvenciones estúpidas que todos sabemos a donde van.

7.- Contratos a tiempo parcial, pero de verdad. Es una buena opción para compatibillizar trabajo y familia. Si no hay trabajo para todos, habrá que repartirlo. Pero si se contrata a un trabajador por tres horas al día, son tres horas y punto. El contrato por horas sueltas debe tener en cuenta que en el mismo ha de ir incluido el desplazamiento, es decir, no se puede cobrar una hora al día al precio de una hora por contrato de 8 horas, ya que en el desplazamiento se pierde tiempo.

En conclusión, esto del paro es muy serio y hay que arreglarlo. Sin violencia, sin exaltación, sin radicalismos. Como se hace en los países avanzados, con serenidad, con equilibrio.

Y sobre todo, con sentido común. Nuestro futuro depende de ello.


Jaime Arroyo Mendoza
jaimearroyomendoza@gmail.com
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