Se han escrito muchos sobre las peculiaridades de las gentes de cada país, pero ¿cuanto de ello es tópico y cuanto realidad?
En la forma de ser de cada pueblo influye su cultura, que al fin y al cabo es su forma de vida, y en esta, la historia y la geografía donde se vive. Se dice que los seres humanos que viven en lugares cálidos son más alegres y optimistas que los que viven en sitios fríos. Sin que falte parte de verdad a esta afirmación, ya que es indudablemente cierto que en un lugar con buen clima se posee mejor calidad de vida que en uno con mala, tampoco es menos cierto que la especie humana no está tan condicionada por su entorno ambiental que le rodea como pueden estar otras.
La especie humana es de condición viajera, ya desde sus orígenes, y ha colonizado todo el mundo, a excepción de los polos, lo que quiere decir que se ha adaptado a todo tipo de ambientes. El medio no condiciona tanto, ni siquiera en lo económico, pues ahí están los japoneses, uno de los pueblos más ricos del mundo, en una zona superpoblada y con pocos recursos, que han compensado sus carencias con la innovación tecnológica y la fabricación organizada, además de un eficaz comercio a nivel mundial.
Los asiáticos tienen fama de trabajadores y ya es un hecho que en Estados Unidos ganan más que el estadounidense medio, lo que constituye una emigración exitosa. Aparte de ello, son comunidades, aunque complicadas de integrar, son poco conflictivas desde el punto de vista social.
¿Y como está repartida la felicidad en el mundo? Pues resulta que los asiáticos y los hispanoamericanos son las personas más felices del mundo. ¿Y los más desgraciados? Los europeos, destacando el triste caso de Grecia, en la que sólo 2 de cada 10 personas se consideran felices.
¿Y los más ecológicos? Pues parecen ser los californianos, ya que en este estado norteamericano el medio ambiente es una prioridad política. Allí, las políticas ecológicas gozan de gran apoyo popular.
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