En la localidad de Cabrachanca, en el distrito de Chota, en Perú, cuando unos familiares fueron a encender velas en la tumba de un ser querido fallecido, vieron que ésta había sido excavada y al remover la tierra encontraron una caja con un sapo vivo con la boca cosida.
Quedaron consternados, ya que además del sufrimiento innecesario causado al pobre animal y la consternación de ver esta desagradable escena en un momento triste, los hermanos Becerra pensaron que era un acto de brujería o de maleficio.
Los hermanos Becerra llevaron al desgraciado animal a la Federación Provincial de Rondas, donde descosieron la boca al anfibio y posteriormente lo pusieron en libertad.
Pero, ¿en virtud de qué absurda práctica se hizo sufrir a un animal (y a los familiares del finado)?
Todo ello parece ser un ritual de brujería, en el que se cose la boca de un sapo para hacer daño a una persona o una familia, introduciéndole en la boca el nombre del que se desea el mal.
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