En el decisivo e histórico referéndum celebrado ayer, 18 de septiembre de 2014, Escocia ha votado no a la independencia y seguir unida a Gran Bretaña, con un 55,3 % de los votos a favor del sí y un 44,7 % a favor del no.
Escocia forma parte de las cuatro naciones constituyentes de Gran Bretaña, junto con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Fue un estado independiente hasta 1707, cuando firmó el Acta de Unión con Inglaterra, para crear el Reino de Gran Bretaña. Posee un sistema legal propio, con propias leyes y distinto sistema educativo y religioso.
El independentismo escocés actual surge en el siglo XIX, pero ha ganado influencia a finales del siglo XX. El Partido Nacional de Escocia, Scottish National Party (SNP), obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento escocés en las elecciones de mayo de 2011.
Escocia posee un territorio de 78.782 kilómetros cuadrados, lo que supone un 34,3 % del total de territoria de Gran Bretaña y una población de 5 313 600 habitantes, que son un 9,2 % de habitantes del total del Reino Unido, debido a su mayor despoblación, su densidad es de 67,45 habitantes por kilómetro cuadrado frente a los 277 de la media de Gran Bretaña.
En 1979 se celebró en Escocia un referéndum para restablecer la Asamblea Legislativa de Escocia tras su supresión en 1707, que no prosperó, pues aunque ganó mayoritariamente el sí, no se alcanzó el quorum de 40 % del electorado. En 1997 se celebró un referéndum que condujo a la restauración del Parlamento de Escocia.
Tras un acuerdo entre el Parlamento Escocés y el Parlamento del Reino Unido en 2012, se decidió celebrar un referendum sobre la independencia de Escocia. La pregunta sería ¿Debería Escocia ser un país independiente? En este referéndum los mayores de 16 años tendrían derecho a voto.
Se cierran de esta manera numerosas incógnitas e incertidumbres que hubiera traído consigo la independencia de Escocia, sobre el futuro de Gran Bretaña, de otros países con reivindicaciones similares, de la Unión Europea y de toda Europa en general.
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