La pésima política urbanística y los disturbios en Gamonal


El escritor y enciclopedista francés del siglo XVIII, Denis Diderot, decía que engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga.

Esto último parece ocurrir en el estallido de los disturbios en el barrio burgalés del Gamonal. Una gran parte de los medios están contando la verdad que les interesa. Para unos, ha empezado una auténtica revolución social, que se irá trasladando a las distintas partes de la geografía española, acabando con la corrupción y la explotación e inaugurando una nueva era en la que acabará el neoliberalismo y nacerá un nuevo paradigma social. Para otros, en cambio, es el inicio de una revolución liderada desde la izquierda radical, con elementos antisistema muy violentos venidos de todas partes de España con fin de subvertir el orden social y la democracia.

Pero, ¿dónde está la verdad? ¿quién tiene razón? ¿El Ayuntamiento que pretende hacer un bello bulevar? ¿o los vecinos qué no desean perder todavía más calidad de vida?

Quien busque artículos en Internet, va a tener que expurgar bastante, porque las posturas se encuentran muy enfrentadas y frente a los datos y las fuentes, predomina en muchos casos la demagogia. Pero vamos a los hechos objetivos


El proyecto del bulevar

El Barrio de Gamonal fue el antiguo municipio de Gamonal del Río Pico, llamado así por los gamones o asfódelos, que se cultivaban para alimento del ganado. En 1955 fue unido a la capital burgalesa. En el franquismo fue un polo de promoción industrial, creándose un polígono industrial. Se da un gran crecimiento demográfico, que en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX suponen la creación de edificios de gran altura. Hoy día es la zona más densamente poblada de la ciudad, con unos 70.000 habitantes, de un total de aproximadamente 180.000 burgaleses.

La calle Vitoria, principal avenida de Gamonal, donde se quiere construir el aparcamiento con bulevar, es la antigua carretera N-1, que unía el pueblo con la ciudad. Es un barrio densamente poblado que apenas tiene aparcamientos, por lo que por las noches funciona un sistema pactado y tácito de aparcamiento en doble fila, en el que se deja el coche sin el freno de mano.

Calle Vitoria, la conflictiva vía de Gamonal
Calle Vitoria, la conflictiva vía de Gamonal

La obra que se pretende realizar dejará un sólo carril en cada dirección (en la actualidad hay cuatro), desapareciendo todos los aparcamientos de la vía y construyendo un parking subterráneo, en el que cada plaza costará 19.800 euros, que no será en propiedad sino en alquiler por 40 años.

El proyecto original proponía la total desaparición del transporte privado en la calle Vitoria, dejando un carril-bici central de doble sentido y dos carriles para autobuses, taxi y vehículos de carga y descarga en horario permitido. Las aceras se ensancharían dando un aspecto más comercial a la calle.

Sobre este proyecto original, el alcalde de Burgos Javier Lacalle propuso varios cambios o añadidos al proyecto original, como no limitar al 100% el transporte privado, incluyendo carriles para vehículos de alta ocupación o limitando el aparcamiento subterráneo bajo la calle Vitoria de pago (200-300 plazas) y construyendo otro aparcamiento en superficie gratuito a tres minutos de la calle Vitoria, en Gamonal norte (700 plazas) y retomar el de Lavaderos (200 plazas).


Hay que decir que pese a que ahora se rasguen las vestiduras, la idea del grupo municipal del PSOE era similar e Izquierda Unida llevaba en su programa electoral una propuesta parecida.

El proyecto costará unos 8 millones de euros, en un ayuntamiento que arrastra una deuda de 135 millones de euros.

No faltan las acusaciones de corrupción urbanística, ya que el promotor del proyecto es el constructor Antonio Miguel Méndez Pozo y ha sido él quien ha impuesto el futuro de esta vía. Fue condenado a 7 años en 1992 por falsedad documental. Es también el propietario del Diario de Burgos, que sostiene que existen grandes mentiras en torno al proyecto.

No obstante, el proyecto era apoyado por  muchos colectivos vecinales del barrio que han mantenido muchas reuniones de trabajo en torno al proyecto.

Muchos ciudadanos burgaleses piensan que congestionaría más el tráfico rodado, ya que la calle Vitoria tiene una gran densidad de vehículos.

Otras de las razones por las que los vecinos rechazan el proyecto es porque la obra va a costar 8 millones, pero van a cerrar una guardería por 13.000 euros. Los 8 millones del proyecto son más de 1.331 millones de las antiguas pesetas y los 13.000 euros de la guardería son algo más de 2 millones de las antiguas pesetas. Tan sólo supondría un 0,16 % de la obra proyectada.


Los disturbios

En 2005 se produjo un enfrentamiento entre policía y vecinos por el proyecto del ayuntamiento de Burgos de construir un aparcamiento subterráneo en el barrio. En julio de 2013 las asociaciones vecinales Eras de Gamonal y Cristina Bilbao Puente habían recogido 3.715 firmas en contra del futuro Bulevar.

El 11 de enero de 2014, los vecinos se reúnen frente a la entrada de la obra para tratar de impedir el paso de la maquinaria. Son desalojados por la fuerza por agentes de la policía Local y de la policía nacional. Empiezan a acudir más personas y comienza una serie de protestas que duran varias horas. La policía dispara pelotas de goma para disolver la concentración, con el resultado de varios heridos y 17 detenidos, entre ellos un menor de edad.

El 12 de enero se inicia una marcha, a la que concurren cerca unas 3.500 personas, en la confluencia de las calles Vitoria y San Bruno y dirigiéndose a la sede del grupo Promecal, grupo editorial de Méndez Pozo. Posteriormente regresan al punto de partida y tumban las vallas que protegían las obras, moviendo después varios contenedores de basura hasta la mitad de la calle Vitoria e incendiándolos. También causan importantes daños en una oficina del Banco Santander. La policía se abstiene de intervenir contra los manifestantes a pesar de los destrozos notables.

Se convoca una sentada el 13 de enero a las seis y media de la mañana para impedir el avance de las máquinas.

El 14 de enero, los disturbios continúan, por lo que se envían refuerzos antidisturbios de Valladolid y Madrid. Tras cuatro noches de enfrentamientos, la cantidad de policías apostados en Gamonal se eleva a 200. Por la tarde, Javier Lacalle, alcalde burgalés anuncia la paralización temporal de las obras del bulevar, para abrir un proceso de diálogo, pero los vecinos no desconvocan las protestas e insisten en que estas se mantendrán de forma indefinida. Hasta este momento, son 40 los detenidos.

Este último día se convocan manifestaciones paralelas en Valladolid y Madrid, produciéndose en esta destrozos del mobiliario urbano.


La pésima política urbanística española

Que el urbanismo español ha sido realmente penoso y antiestético no es ningún secreto. Nada que ver con el urbanismo anglosajón. El urbanismo de Arturo Soria y la Ciudad Lineal es un fructífero paréntesis entre bodrios urbanísticos y atentados al buen gusto.

Es cierto que el urbanismo español ha sido caótico y frecuentemente superado por los acontecimientos desarrollistas, demográficos y de éxodo rural, pero no es menos cierto que no se han hecho muchas cosas bien, la legislación no ha ayudado en este sentido y que la corrupción urbanística ha sido norma común.

En los últimos tiempos nos han vendido la moto del peatón, la bici y el transporte publico y del ataque al coche contaminador. Una mentira más falsa que un duro de plomo.

Detrás de esa ciudad bella, verde y ecológica, con frecuencia se esconde la corrupción urbanística, la recalificación de los terrenos y el lucro mediante aparcamientos de pago.

Como ha sucedido en Salamanca, Pamplona, Valladolid, Madrid o Zaragoza, no siempre se ha hecho una ciudad verde y ecológica. Quitando aparcamientos, construyendo aceras como aeropuertos donde no pasa ni Rita, los sufridos conductores acaban con el sistema nervioso destrozado tras buscar durante horas donde aparcar. Y de ecológico nada de nada, ya que no hay nada más contaminante que coches dando vueltas en marchas cortas. Ni de verde, porque esas horribles aceras muchas veces no tienen ni un árbol que te cobije en verano.

En cuanto a la bicicleta, carriles bici que acaban de repente y al lado de las vías rodadas de automóviles, que eso de respirar residuos de hidrocarburos es muy sano. Y en cuando al transporte público, éste suele prohibitivo, sobre todo si se utiliza a diario.

Eso sí, el negocio de los aparcamientos subterráneos se ha desarrollado. Entre otros.


Todos quieren sacar tajada y los vecinos que les dejen en paz

En un barrio asfixiado por el paro y la pobreza, no se entiende que se pretendan gastar 8 millones de euros, más de 1.331 millones de las antiguas pesetas, cuando se carece de servicios básicos, como guarderías y posibilidades de empleo. Si en teoría, el proyecto se realiza para embellecer el entorno, da que pensar que los comerciantes estén en contra del mismo.

Como suele pasar, cuando ocurre algo, no faltan los que intentan sacar tajada. Como los grupos de violentos antisistema, que han visto la ocasión para armarla, o la oposición de izquierdas, que engañará a quien se deje engañar, porque ahí están las hemerotecas para demostrar que las cosas no son como las cuentan.

Los asuntos públicos no se resuelven con la violencia, pero no sería necesario llegar a ese punto si los políticos tuvieran en cuenta la voz del pueblo, como debería ser en un sistema político democrático. Cuando unos gobiernan de manera soberbia y otros intentan imponer sus tesis por la violencia, vamos mal, porque las dos opciones extremas, el gobierno autoritario y la imposición revolucionaria siempre se han retroalimentado historicamente. 

Los vecinos del Gamonal, con niveles de paro, pobreza y por ende, de desesperación, que pasan un calvario para aparcar todos los días, es lógico que no entiendan que un ayuntamiento endeudado pretende gastarse 8 millones de euros para dejarles peor que lo que estaban, mientras carecen de servicios esenciales. Si en teoría, la obra es para beneficio de los vecinos del barrio de Gamonal, la opinión de todos ellos, todos, debería ser decisiva para decidir si la obra se realiza o no. Pero a veces la democracia brilla por su ausencia, porque un auténtico sistema democrático consiste en gobernar y vivir democraticamente, y no en votar borreguilmente cada cuatro años y gobernar durante los mismos con patente de corso.

Somos pacíficos, la violencia no viene de nosotros, sino de otro lado, un vecino se dirigió de esta manera a los otros en la asamblea, entre aplausos. Una chica sostenía un cartel en el que se leía No quiero bulevar, ni violencia.

En esta historia me quedo con los buenos, con los vecinos del Gamonal que se han manifestado pacíficamente, han repudiado y condenado el uso de la violencia, y han actuado con mesura y sentido común.

Jaime Arroyo

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