El espejito
A una mujer se le había metido una mota de polvo en el ojo y este le lloraba. Se frotaba, pero no conseguía sacárselo. Cansada, se sentó en un banco y sacó del bolso un espejito de mano de forma cuadrada. Al final lo consiguió, pero se dejó olvidado el espejito en el banco.
Un hombre llevaba casi una hora caminando y se encontraba algo cansado, por lo que se sentó en el banco a descansar. Al apoyar la mano vio el espejito. Lo cogió y lo miró.
Es la foto de un tío -pensó-. La verdad es que me resulta muy familiar. Pero ¡qué cara de gilipollas tiene!
Se guardó el espejito en el bolso del abrigo y volvió a casa. De vez en cuando lo sacaba del bolso y lo miraba.
¿Quién será el carabobo este? ¡cómo me suena su cara! -se decía a sí mismo.
Al entrar en casa, lo primero que le dijo su mujer al verle con el espejito fue:
- ¿Qué eso que llevas en la mano? Parece una foto pequeña.
- Es la foto de un tío que me suena, pero no logro recordar quien es.
- Enseñámela.
- No. No pierdes nada si no la ves. Es muy feo, pero tiene una cara de gilipollas que me resulta familiar. Estoy seguro que le conozco.
El hombre volvió a guardar el espejito en el bolso del abrigo y colgó este.
La mujer se quedó mosqueada. Algo raro sospechaba.
¿Por qué no me habrá querido enseñar la foto? -pensó-. ¡A ver si va a ser la foto de una amante!
Una vez que su marido entró en el baño, ella aprovechó para introducir la mano en el el bolso del abrigo, sacar el espejito y mirarlo.
- ¡Lo sabía, es la amante! ¡¡¡y qué cara de puta tiene!!!
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