No es una novedad que con la llegada de la crisis, el grifo del crédito se ha cerrado. Las entidades financieras prefieren no arriesgar y a la hora de vender créditos (que son eso, una venta de dinero), en vez de hacer ofertas generales, envían cartas a clientes solventes y con buen historial crediticio, ofreciéndoles préstamos en buenas condiciones con el sello en letras grandes de ¡preautorizado! o ¡preconcedido!
Al cliente le llega la carta a casa o se lo comenta el director de la sucursal y decide solicitar el préstamo. Evidentemente, y como es lógico, en la documentación que posee figura una coletilla que dice la entidad financiera se reserva el derecho de no conceder el préstamo en el caso que la situación de riesgo del cliente haya variado. Pero como ese no es su caso, pues tranquilo, puede contar con el préstamo.
El tiempo pasa y no tiene noticias. Al final le llega una carta a casa que dice:
Tras un estudio pormenorizado, lamentablemente no hemos podido tramitar su solicitud de préstamo.
Quedamos a su entera disposición, agradeciéndole la atención prestada, etc...
El cliente se enoja, coge un "rebote" mayúsculo con la entidad financiera, porque cree que le han tomado el pelo, le han hecho perder el tiempo, han estado mareando la perdiz, etc. y ya no los mira con los mismo ojos que les miraba. Y en clientes que se toman las cosas de manera muy personal, ha cogido manía a la entidad financiera y de ella ya no quiere nada.
Lo normal cuando alguien va a pedir un préstamo es contar con el no, por lo que si se lo deniegan lo acepta. Pero en el caso de un préstamo preconcedido cuenta con el sí, entonces cuando se lo deniegan no lo acepta tan de buen grado.
Este caso que tratamos no es evidentemente ningún timo, ni estafa, ni nada ilegal, por el contrario es algo normal en una economía de mercado. Pero es una mala política y una mala práctica por parte de algunas entidades financieras, que en vez de proceder al envío masivo de cartas con créditos preconcedidos, deben asegurarse que el préstamo preconcedido es de verdad preconcedido.
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