Un hombre estaba corroído por una inmensa duda y una gran desazón. Se había enamorado al mismo tiempo de tres mujeres, no sabía a cual de ellas amaba más, y por tanto, no sabía a quien elegir para casarse con ella.
Como no resolvía la duda por sí mismo, decidió ponerlas a prueba.
Regalaría a cada una una cantidad de dinero y según lo que hicieran con él, así actuaría.
Así lo hizo y fue a ver a la primera que le dijo:
- Amor mío, con el dinero que me has dado, me he comprado esa ropa, calzado y complementos que me probé en la tienda y con el que tú me viste tan guapa. Sólo deseo que seas feliz, estar bella para ti, para que tú te cases conmigo.
La segunda extendió una caja enorme hacia sus brazos.
- Toma, amor mío, esto es para ti. Una colonia, un libro, entradas para el fútbol, una chaqueta, un vino muy bueno, y más cosas sorpresa, todo lo que que tanto te gusta. Sólo deseo que seas feliz, verte feliz con tus regalos, para que tú te cases conmigo.
- Con el dinero que me diste, no me he comprado nada, ni te he comprado nada. Pero he pensado en nuestro futuro y este dinero le he metido en un banco a nombre de los dos. Sólo deseo que seas feliz, empezar una vida con menos estrecheces económicas, para que tú te cases conmigo.
Entonces, después de ver la reacción de las tres. El hombre empezó a pensar, a pensar y siguió pensado.
Y siguió pensando...
¿Y con quién de las tres se casó?
¡Con la qué tenía las tetas más grandes!
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