He conocido a personas que provenían de familias de mucho dinero, que siempre se han comportado con educación, humildad y sacrificio, personas dignas que no quisieron llevar el estigma de tomar sin más una vida regalada, sino que prefirieron labrarse ellos su camino, y que frecuentemente les acusaron con injusticia de haber aprovechado sus influencias, cuando no fue así, sino que llegaron allí por sus propios méritos.
También he conocido a muchos de los llamados “pijos”, de todo tipo de clases sociales, que les gustaba vestir bien, y llevar un modo de vida un tanto peculiar. Tras su fachada “o sea” eran personas sencillas, simpáticas y educadas.
No me refiero a ninguno de estos dos tipos de personas. Me refiero a los niños de papá, los típicos niñatos maleducados, egoístas, vagos e insolidarios.
Su historia es todo un clásico. Fueron a colegios “bien” porque papá tenía mucho dinero. Luego fueron a la Universidad, donde repetían año tras años y luego iban con el cuento a papá de que la carrera era muy difícil y necesitaban desestresarse con unas vacaciones a todo lujo. Muchos profesores les aprobaron por aburrimiento, por no ver las mismas caras y oír las mismas idioteces, año tras año. Lo mismo papá también tuvo que hacer alguna generosa donación a alguna universidad privada. Y muchos ni con esas ayudas consiguieron acabar los estudios. Aquello era “muy duro”.
Y luego, ¡vaya por Dios! Llegó la hora de trabajar. Papá les colocó en la empresa, pero en un puesto no de mucha responsabilidad, no sea que la fueran a armar. O en otra empresa de algún amigo de papá, que trabajar con papá es agotador. O también en la política, donde el apellido de papá suena mucho y además el partido debe mucho a papá.
Esos niños de papá hoy han crecido, les podemos ver en grandes empresas (en puestos no de mucha responsabilidad por razones obvias), en medios de comunicación (la paridita y la demagogia vende mucho en este país) o en la política activa (algo de acuerdo a su clase).
Y ahora vienen diciendo que hay que bajar las pensiones, que hay que desmontar los servicios públicos, que hay que bajar los sueldos. Se llaman así mismo liberales. Digo se llaman porque su liberalismo es muy “sui generis”. No eran muy liberales las subvenciones que cobraba la empresa de papá, no es muy liberal la empresa que montaron con gente influyente y miembros del partido concediéndose contratos, no son muy liberales las mordidas que cobraban a los empresarios por adjudicarles obras, no es nada liberal el usar dinero público para intereses privados.
Y ahora vienen con que no es posible que las pensiones se ajusten al coste de la vida, que si los funcionarios son unos privilegiados, que si los parados no debían cobrar subsidio para que se pusieran a trabajar, que hay que desmontar la sanidad pública porque es cara (como si todo el mundo se pudiera pagar un seguro privado), que hay que subir las tasas universitarias que si no la gente pierde mucho el tiempo en la Universidad y no estudia (de esto sí saben bastante).
Algunos fueron a colegios religiosos, pero no aprovecharon la clase (como tantas otras) en la que se contaba que Jesucristo decía: “Entrad en el Cielo, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estuve enfermo y me visitasteis’.
Que asco de dinero y de influencias, de papás tontos y gente frívola, de personas sin vida interior, sin metas elevadas, sin ideales, personas que no hacen avanzar a la Humanidad.
¿Qué sabrán ellos de estudiar y trabajar al tiempo? ¿qué sabrán ellos de las personas que valían y quedaron atrás por la cochina influencia? ¿qué sabrán ellos de lo que es llegar agotado a casa, sin ni siquiera ganas de hablar? ¿qué sabrán lo que es sacrificio? No saben nada de la vida y para colmo ahora pretenden manejar la de los demás.
Tendrán mucho dinero y mucha influencia, pero son unos auténticos mierdas. Con la crisis puede que su discurso cuaje en ambientes envidiosos, simples e insolidarios, pero llegará el día que no se les aguantará y les mandará donde tenían que estar: escardando cebollinos. Por lo menos sabrían lo que es trabajar.
La vida no es una fiesta y menos hoy. Se acabaron los señoritos y ya nadie es criado de nadie.
Ya es hora de hablar las cosas claras y dejarse de monsergas y medias tintas: inútiles, vagos y corruptos nos sobran en este país a toneladas. Y gente válida con ganas de trabajar y de sacar a este país adelante también.
No es lógico que a algunos les tengamos que sufrir y sean un lastre para el país y otros se marchen de España cuando aquí tanto se les necesita. Ojalá se pudiera invertir la tendencia, que se quedarán las personas que valen, que han llegado donde están por sus propios méritos, que tanto les necesitamos en estos momentos difíciles y se pudieron marchar los inútiles que están arriba por las malditas influencias y favoritismos.
Pero ya sabemos que esto es un sueño. El mundo no es perfecto.
Jaime Arroyo
0 comentarios:
Publicar un comentario