Es la última parida del Gobierno de Rajoy para desviar la atención y no hacer sus deberes. El Ministerio de Administraciones Públicas ha transmitido la orden a algunos organismos públicos para que extremen el control sobre los funcionarios, con el fin de que cumplan su jornada laboral completa. Los centros tendrán que remitir trimestralmente un informe con el registro de entradas y salidas de los empleados.
Los funcionarios deben de cumplir el horario. Por supuesto que lo tienen que cumplir. Y legislación sobra en ese sentido. Y se les puede expedientar si no lo hacen. Simplemente hace falta que se cumplan las leyes. Pero para todos, incluidos los políticos. Por lo que la ocurrencia del Sr. Montoro, además de ridícula, es sospechosa.
Pero entrando en el fondo de la cuestión, ¿qué es lo importante de una organización, el rendimiento o el horario? Porque del rendimiento de las Administraciones Públicas el Sr. Montoro no quiere hablar porque los políticos podrían quedar en evidencia y con el culo al aire. Se afirma que para mejorar la imagen de los funcionarios, ¿a quién pretende tomar el pelo, Sr. Montoro? ¿acaso no habrá querido decir lo contrario, que para empeorar la imagen del funcionario? Resulta que ahora quiere resucitar el viejo dicho antifuncionarial de lo importante para el funcionario es el horario, el trabajo es secundario.
Supongo que el Sr. Montoro buscará el voto fácil del populismo y la demagogia, pero hace tiempo que ya no cuela. Cuando Zapatero, en mayo de 2010 bajó los sueldos a los funcionarios, mucha gente se alegró. La retirada de la paga extraordinaria de Navidad (por cierto por parte del Sr. Montoro) no ha tenido el mismo sentimiento y ha provocado una brutal caída del consumo navideño, que ha repercutido en el pequeño comercio, sobre todo de pequeñas localidades. La economía está interconectada y el aumento de pobreza en un sector repercute en todo el colectivo. Si para algo habrá servido esta crisis, ha sido para ser algo menos envidiosos. Lo que de mal económico les pase a los funcionarios, a los autónomos, o al vecino de enfrente, va a repercutir en mí. Y quien no lo vea es que está ciego, ya sea de conocimiento o de envidia.
Su cortina de humo busca desviar la atención, para que no se hable de lo que se tiene que hablar. Entre otras cosas, la reforma de la Administración: mejorar la profesionalización de los funcionarios (premiar a los buenos y castigar a los malos), eliminar duplicidades y la hipertrofia de la Administración (enchufados de matute, amiguismo, fundaciones y empresa opacas), reducir el número de políticos (con medio millón no puede este país, ni ninguno) y demás deberes, que como se niega a hacerlos, tiene que desviar la atención como sea.
Dice de dar ejemplo. Tiene gracia que lo digan los políticos españoles, que salvo honrosas excepciones, su conducta no sólo dista mucho de ser ejemplar, sino que en ocasiones es completamente escandalosa. El sacrificio es para los ciudadanos y el trabajo para los funcionarios. Porque si de rendimiento hablamos, muchos políticos no sólo no deberían tener los privilegios que tienen, sino que deberían estar en la cárcel. Y hablando de absentismo, ¿cuándo se va a controlar el de la casta política?
Sr. Montoro, nunca se toca fondo, y Vd. es el peor ministro de Administraciones Públicas que ha tenido España, por lo que sería de agradecer que dimitiera, porque los españoles le estamos pagando para que mejore las Administraciones Públicas, no para que ande mareando la perdiz con demagogia funcionariofóbica. A otro perro con ese hueso.
Eso sí, antes de marcharse, haga el favor de devolver las dietas que indebidamente ha percibido por parte del Congreso de los Diputados.
Jaime Arroyo
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