Si se tiene memoria (si no se tiene, no sé para que se va a votar), el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy insistió una y otra vez, en que no se subirían los impuestos, no se recortaría en sanidad y educación, y se procuraría tocar lo menos posible a los funcionarios. Con estas promesas, Mariano Rajoy fue elegido el 21 de noviembre de 2011 por una más que amplia mayoría absoluta. Cuando el pueblo español le otorgó esta gran confianza, lo hizo pensando que había que realizar recortes en los presupuestos públicos, pero en un país con una administración hipertrofiada, con una enormidad de niveles y organismos, prebendas políticas escandalosas y con un números de políticos que bate récords a nivel mundial, aquí sería donde metiera la tijera, ya que había amplitud más que suficiente y el partido socialista no realizaría este tipo de recortes.
Se dice que la política es la ciencia de la mentira. Pues he aquí el engaño. Aunque ya sabemos que no es la primera mentira de este gobierno.
El IVA sube del 18% al 21% y el reducido del 8% al 10%. Se acabó el poco consumo que quedaba. No vale decir que es para equipararnos a Europa, porque lo que aquí se necesita es expandir el consumo y no frenarlo, y hablando de equiparación, ya no toco lo de los sueldos cuando en España el salario mínimo es de los más bajos de la Unión Europea.
Reduce la prestación por desempleo desde el sexto mes, también para "equiparar". En un país con una tasa de desempleo del 24,6 % y un millón de personas atendidas por Cáritas, hay que imaginar las consecuencias que puede llegar a tener.
Elimina la paga de Navidad a los funcionarios, porque están bastante a mano. Otra patada al consumo, y que por desgracia, además de los funcionarios, la notará el comercio.
Al tiempo hace un gesto ridículo de cara a la galería, de pedir a diputados y senadores que renuncien a su paga extra (me lo dices o me lo cuentas), reduce en un 20% las subvenciones a partidos y sindicatos (vergonzoso es que existan) y anuncia pomposamente la reducción de concejales en un 30% (muchísimos no cobran o cobran muy poco).
En cuanto a las diputaciones (algunas auténticos pozos sin fondo) la idea es incluso reforzarlas, y por omisión, se concluye que las autonomías son absolutamente sagradas, sus cargos políticos intocables, y lo mismo ocurre con los privilegios políticos, como pensiones vitalicias, tarjetas VISA, retención IRPF, etc.
Y este escándalo, porque no tiene otro nombre, se produce en un país con casi cinco millones de parados, un millón de personas atendidas en comedores sociales, un país en recesión, un país al que la partitocracia le ha quitado la ilusión de ser democrático.
Todo ello, nos lo quieren vender como que es doloroso, pero necesario. Ya sabemos, que todo ha sido por el rescate europeo a Bankia y otros pufos bancarios, ya sabemos que la crisis la han provocado las castas políticas y bancarias, que son las que no lo van a pagar, porque para eso está el pueblo. En una situación extrema, es posible que esas medidas fueran obligadas, pero cuando se niega el más mínimo recorte, no digo en sueldos, sino en privilegios vergonzosos de los políticos, no sólo no es necesario, sino que es un pitorreo. Ya que nos meten mano en la cartera, no traten todavía de tomarnos el pelo.
Jaime Arroyo
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Rajoy ahoga a los ciudadanos para mantener intactos los privilegios de la clase política
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