El mercado del oro



El oro, valor de refugio

El oro es un metal precioso, utilizado tradicionalmente para acuñar monedas. Se utiliza en la joyería, la industria y la electrónica por su resistencia a la corrosión. Se ha empleado como símbolo de pureza, valor y realeza. Se le ha considerado un metal tan valioso, que el principal objetivo de los alquimistas era producir oro partiendo de otras sustancias como el plomo.

En tiempo de crisis es más seguro tener monedas o lingotes de oro que pisos, acciones de una empresa o bonos gubernamentales. El oro es un refugio natural. El valor del oro, contrariamente a otras inversiones, no está ligado a un emisor que puede quebrar. Por eso el oro se convierte en momentos de incertidumbre económica en refugio para los ahorradores. De la misma manera, los inversores se centran en uno de los pocos tipos de activo realmente seguros (como lo son el cobre y ciertas materias primas). El metal dorado se convierte en uno de los depósitos de valor más importantes frente a la incertidumbre económica.


El oro como inversión

En el mercado del oro hay dos posiciones, como sostiene Nicolás Barquero, oroadictos y  oroescépticos. Y nosotros añadiríamos otra, el término medio, donde se hallan la mayoría.
Los oroadictos no discuten el uso del oro como forma de acumulación de riqueza, ya que históricamente, así ha sido así en los últimos siete mil años. Afirman que el oro es el activo real que permite guardar más valor en menos espacio. Como argumento para sus posiciones afirman que la historia de la humanidad ha tenido fases en las que oro y dinero eran la misma cosa, periodos en los que el oro soportaba el valor del dinero y que desde la ruptura del patrón oro a comienzos de los setenta, el oro es una forma muy efectiva de proteger la riqueza. La mejor protección tanto si la amenaza es el precio del petróleo y su efecto en inflación (como ocurrió en las dos primeras crisis del petróleo de comienzos de 1973 y 1979) como si el riesgo es que los que los bancos centrales hagan crecer sus bases monetarias, como ocurre recientemente. Insisten que el oro no es una materia prima sino una divisa refugio. Dicen que cuanto menores son los tipos de interés y las rentabilidades de los activos financieros, como ocurre actualmente, mayor es el atractivo de una divisa como el oro que no puede imprimirse. También hablan de su utilidad como forma de diversificar el patrimonio. Para reforzar aún más sus argumentos muestran que el sector público, hasta ahora vendedor (de la mano del FMI y bancos centrales) es ahora comprador, y el impacto en precios de este cambio es muy importante en un activo con una oferta limitada por el bajo crecimiento de las reservas.

Los oroescépticos, en cambio, cuestionan en general el sentido financiero de invertir en una materia prima con una utilidad industrial relativa, que sólo se emplea en joyería, electrónica y alguna actividad más. Reconocen que el oro estaba barato hace unos años tras haberse mantenido veinte años (desde 1980 hasta el 2001) sin subir de precio, pero insisten en que tras la fuerte apreciación de los últimos años (en que los precios se han multiplicado por seis desde el 2001, y en la que han recuperado sobradamente todo el diferencial con la inflación) ,la inversión es ahora puramente especulativa. No creen en el oro como activo financiero, porque a falta de intereses o dividendos, ¿qué rentabilidad genera la tenencia de oro más allá de la posible revalorización de precio? La subida del precio del oro es puramente especulativa. Y para ello hacen referencia al desarrollo brutal de la demanda de inversores financieros a través de ETF (el mayor fondo cotizado que invierte en oro físico del mundo acumula reservas de casi 1.300 toneladas, un nivel de reservas que le sitúa entre los seis principales tenedores de oro del mundo). Según ellos, esta demanda ha distorsionado los precios y ha hecho que el oro se negocie muy por encima de donde sus modelos de oferta y demanda sitúan los precios normales de la onza de oro. Para los oroescépticos el precio real del oro estaría por debajo de los niveles actuales.

Para el mencionado autor, no somos quién para cuestionar siete mil años de interés inversor de la humanidad en oro. El oro no es sólo una materia prima, es realmente una divisa y lo es en el momento en el que los bancos centrales la adoptan como forma de acumulación de reservas. El cambio en la demanda, con una mayor componente financiera de inversor privado y países emergentes acumulando reservas, es estructural y hay que tenerlo en cuenta. Pero hay que tener en cuenta que hay mucho dinero especulativo invertido en oro y cada vez más es una inversión sensible, para bien y para mal, al comportamiento de mercados financieros. El oro no es ni mucho menos una protección sin riesgo.


El mercado del oro en los últimos años

La calidad del oro aceptado internacionalmente corresponde a un oro refinado, que alcance un contenido mínimo de 995 partes por mil y que debe ser respaldado por el sello “Good Delivery” otorgado por aquellos fundidores, ensayadores reconocidos y registrados en el London Gold marked, que han cumplido con rigurosas exigencias para ejercer el derecho de estampar su sello en los lingotes de oro.

El sello “Good Delivery” representa un valor intangible de marca del fundidor ensayador reconocido, mediante el cual, tanto el ensayo como el peso grabado en la barra de oro son inobjetables y fidedignos y por lo tanto aceptados en cualquier parte del mundo por usuarios, industriales, agentes de bolsa y bancos centrales.

Los principales componentes de la oferta de oro son la producción mundial de las minas de oro, las ventas de reservas de los Bancos Centrales, y la recuperación de oro a partir de chatarra, lo que se denomina producción secundaria.

En cambio, la demanda de oro se ve afectada por su apetencia como valor refugio en tiempos de crisis, la demanda del sector joyero, y por la competencia de joyería de aleaciones de oro de menor valor.

Valor del oro a 30 días:

Valor del oro a una semana:


La caída de los precios del oro obedece a su condición de valor refugio en un contexto económico peculiar.

Las señales de un freno de la actividad económica china y una serie de índices mediocres en Estados Unidos desde principios de abril redujeron los temores inflacionistas. Y el oro es precisamente un valor refugio para los inversionistas que desean protegerse de los riesgos de inflación.

Otros factores que han influido en esta caída han sido las informaciones de prensa que aseguraban que Chipre intentaría vender 14 toneladas de oro de sus reservas para obtener la liquidez necesaria para su plan de rescate. Estas informaciones sugieren que otros países muy endeudados podrían seguir este ejemplo y colocar en el mercado sus reservas de oro, lo que haría disminuir las cotizaciones.

Hay expertos que sostienen que la caída del oro también ha sido facilitada por operaciones especulativas que por algún cambio en los fundamentos económicos a largo plazo.

El oro ha sido arrastrado por la debilidad global de los mercados de materias primas, incluyendo el petróleo y los metales, causada a su vez por los índices mediocres de Estados Unidos y China. Una vez que los mercados se tranquilicen, esperamos que el oro se recupere, al menos de forma parcial”, agrega.

En un mercado global inundado de liquidez desde el 2009 por los bancos centrales pero con unas perspectivas económicas débiles, el temor pesa más en las decisiones de los inversores que los análisis técnicos. Las dudas sobre la evolución de la economía china y los rumores sobre el oro, así, han provocado en los últimos días el hundimiento de las materias primas en los mercados.

El parón relativo de China sorprendió a los inversores, ya que en las últimas semanas se habían conocido datos positivos de crédito y exportaciones en el país, y acrecentó los temores a una ralentización del crecimiento de la economía mundial. Este miedo se hizo especialmente patente en el petróleo ya que, además de la segunda economía mundial, es el segundo consumidor de crudo del planeta.

Paralelamente pero por otros motivos, el oro también está cayendo con fuerza en las últimas sesiones. La razón más inmediata son dos rumores. El primero apunta que el Banco Central Europeo (BCE) está presionando a Chipre para que venda sus reservas del metal precioso dentro de su proceso de rescate, algo que el país ha negado pero que los inversores temen que suceda y se extienda a los otros socios del euro con problemas en sus cuentas públicas, lo que podría hundir su cotización por el exceso de oferta. La agencia Reuters recordaba ayer que Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España poseen más de 3.561 toneladas de oro.

El otro rumor apunta a que Estados Unidos podría adelantar a mediados de este año la retirada de las inyecciones millonarias de liquidez, lo que reforzaría al dólar y, en consecuencia, haría menos atractivo el oro. Las últimas actas de la Reserva Federal, con todo, apuntan a que sigue habiendo una mayoría proclive a mantenerlas hasta el 2014, si bien crecen las voces que apuestan por ir pensando en retirarlas.

En consecuencia, la onza del metal cayó ayer casi el 9%, hasta los 1.371 dólares. Sumando la caída del viernes (5%), acumula su mayor descenso en 33 años. Tras una década de subidas, el oro ha perdido más del 20% de su valor desde enero, hasta niveles de marzo del 2011. La plata también ha caído más del 10%.

Tradicionalmente, el oro ha sido un valor refugio para los inversores en épocas de crisis, por eso ha subido tanto entre el 2008 y el 2011. Su caída, con todo, no implica que los inversores vean el panorama más despejado y estén apostando por productos de mayor riesgo. La prueba es que los intereses de la deuda más segura (como la de Alemania) siguen siendo históricamente bajos.

Según los expertos, la caída del metal precioso responde más a que los inversores han llegado a la conclusión de que podría estar sobrevalorado. Tanto la caída del petróleo como la del oro, además, ha provocado descensos en las bolsas. En este sentido, los analistas destacan que los mercados de valores globales llevan subiendo desde el 2009 por las inyecciones de liquidez de los bancos centrales y muchos agentes del mercado aprovechan las malas noticias para recoger beneficios y reducir su exposición al riesgo.


Comprar oro

El hecho de comprar oro representa una inversión que requiere de mucho capital pero que puede dar grandes ganancias. Aunque hay ciertos acontecimientos políticos que pueden disminuir temporalmente su cotización, en general el metal precioso se mantiene con precios altos y tendencias al alza en los principales mercados.

Las grandes cantidades de dinero y los interesantes márgenes de ganancias que manejan las empresas de compra venta de oro ha provocado un aumento en el número de negocios que se dedican a ello. Por esta razón comprar oro es sencillo para quienes decidan invertir.

El valor y la importancia del oro quedan de manifiesto en las reservas que tienen los distintos bancos centrales, quienes lo utilizan como un valor seguro, ya que mantiene sus propiedades a través del tiempo. Cualquier banco puede entonces comprar oro si desea aumentar sus depósitos o incrementar su capital para realizar otras operaciones comerciales.

Antes de comprar oro es necesario conocer su precio para saber cuánto habrá de invertirse. Básicamente, el precio del oro es definido por la oferta y la demanda en el mercado internacional; al igual que sucede en el mundo comercial, si tiene muchos demandantes su precio aumentará de forma directamente proporcional.

La forma más segura de comprar oro es acudir al banco central local y solicitar una cotización. Sin embargo, también es posible encontrar anuncios de “vendo oro” publicados por empresas y vendedores particulares; en cualquier caso es aconsejable contar con el consejo de un experto en la materia.

Las autoridades financieras suelen recomendar a quienes quieran comprar oro evitar las entidades que no generen confianza. El peligro de ser estafado es muy grande, ya que resulta particularmente difícil diferenciar el metal auténtico de una imitación cuando no se tienen los instrumentos necesarios para hacerlo.

El consejo más importante del oro es informarse con profundidad del mercado global. Hay muchos nuevos inversionistas que quieren entrar en el mercado del oro y se conforman con el primer lugar que encuentran en Internet. Hay que hacer una investigación antes de comprar, ya que cometer un error, puede costar miles de euros.
Nunca hay que comprar monedas numismáticas de oro a menos que se sea un coleccionista. Las monedas numismáticas son monedas de colección y tienen un valor añadido sobre el precio del oro. La numismática incluye monedas muy raras, monedas clasificadas, monedas de un naufragio, etc. Si se está invirtiendo en una mercancía, el oro, se desea la mayor cantidad de oro por el dinero.

Los lingotes de oro no son más que el oro producido en grandes cantidades. Los lingotes de oro son 99,9% de oro puro y vienen en lingotes o barras. La compra de lingotes de oro es una buena  inversión ya que la prima que se lleva sobre el precio del oro es mínima. 

En la inversión de oro, hay que diversificar las propiedades físicas como cualquier cartera de inversión que desea comprar diferentes tipos de oro. No sólo hay que poner todo el dinero sólo en monedas de oro o lingotes. 

Hay que tener cuidado a la hora de guardar el oro. Puede ser en cajas de seguridad del banco o una caja fuerte súper pesada que esté atornillada al suelo.

Nunca hay que hablar de que se está invirtiendo en oro. Si llega el momento en el que el precio del oro suba de forma inevitable, que es lo que los economistas esperan, usted tendrá que asegurarse de que su inversión esté oculta para evitar de esta forma a los potenciales ladrones.


Vender oro

En los últimos años, con la crisis económica, han proliferado las casas de empeño y las empresas dedicadas a la compra de oro. Las ciudades se han inundado de octavillas de letras amarillas sobre fondo con los lemas "Compro oro", "vende tus joyas". Cuando los ingresos de las familias disminuyen y hay que pagar la hipoteca, el transporte, la comida y otros gastos, vender una joya o ceder temporalmente un bien de valor es una de las alternativas para llegar a fin de mes. La mayoría de los negocios de este tipo cumple con la normativa, tasa los productos en la forma debida y da a sus clientes todas las garantías, pero otros aprovechan la necesidad de la gente para ofrecerles condiciones que no respetan o rozan la legalidad. Por este motivo, hay que tomar las debidas precauciones y evitar engaños. 

Lo primero que se debe saber es la cotización del oro en tiempo real para poder fijar el precio máximo que se puede obtener. Se debe tener en cuenta que rara vez se consigue este precio este precio y el dinero recibido dependerá de los quilates del oro de las joyas. Hay que tener en cuenta que el valor del oro puede subir o bajar dependiendo del mercado por lo que el valor de un día puede diferir significativamente de otro día, por lo que conviene estar bien informado de estos valores.

En cuanto a vender joyas que poseen cierto valor sentimental hay que sopesar la opción de venderla o empeñarla. En el primer caso, supone deshacerse del bien de manera definitiva, mientras que si se empeña, pasado un tiempo, se puede recuperar. Normalmente se obtiene más dinero por la venta, ya que si se deja una prenda de manera temporal es a cambio de un crédito de menor cuantía y los correspondientes intereses. 

Antes de vender o empeñar la joya hay que visitar varios establecimientos para conocer cómo funciona cada uno, qué ofrece y, a ser posible, preguntar su opinión a otras personas que hayan acudido a ellos. En algunas ciudades hay muchísimas empresas que se dedican a comprar oro, por lo que la competencia entre ellas suele ser rentable para el consumidor. No solo hay que tener en cuenta las condiciones económicas, sino también si su funcionamiento es transparente. 

Con carácter previo a la venta, es conveniente pesar las joyas en casa. En general, la gente no cuenta con instrumentos de precisión, pero puede bastar con una báscula de cocina digital, que indica con cierta fidelidad el peso de la pieza. Casi todos los negocios dedicados al empeño o la compra de objetos de valor son honestos, sus balanzas están ponderadas para no pagar de menos y dan a sus clientes el dinero que les corresponde. Pero en algunas ocasiones se han registrado quejas relacionadas con este asunto, por lo que no está de más tomar precauciones adicionales. 

También es acertado conocer con aproximación el valor que tiene la joya en función de los quilates, si es de oro, o el tipo de gema que lleve engarzada. Las piedras, salvo que sean diamantes u otros minerales de muy alta calidad, no tienen valor cuando se venden al peso. Si el vendedor conserva la caja donde se vendieron el anillo, los pendientes o el collar, podrá consultar en ella los quilates. También es posible que esta información figure en alguna parte de la alhaja, como en la zona interior de un anillo. 

Cuando el valor de la pieza no resida en su peso, sino en el diseño, en la antigüedad o en el tipo de piedra, es mejor consultar en una joyería o en un anticuario cuánto pagarían por el objeto. El importe que puede recibir el vendedor en estos establecimientos será superior al que le ofrezcan en un local de compra de oro, ya que este tipo de negocios no tiene en cuenta aspectos como el diseño o el trabajo que lleve la pieza, algo que sí eleva bastante la cuantía que abonarían en una tienda de antigüedades. Lo mismo ocurre si se vende una moneda de otra época: tiene un valor añadido, por lo que es recomendable consultar en lugares especializados o ponerse en contacto con un coleccionista. 

Si el valor de la joya es su mero valor metálico, lo único que se pondera son el peso y los quilates, ya que su destino es fundirse. Por este motivo, no hay que sentirse engañado cuando en la casa de empeño den al objeto un valor menor, que a menudo no llega ni a la mitad de lo que se abonó en la joyería. 

Una de las recomendaciones que dan los expertos antes de empeñar la alhaja es fotografiarla. Esto viene bien incluso si no se quiere vender, ya que en caso de robo el propietario podrá reclamarla con mayor seguridad. Con la fotografía, quien deposita la prenda en una casa de empeño para recuperarla después puede evitar que se la cambien por una similar de menor valor. Esto no ocurre con frecuencia, pero es posible en negocios que no cuenten con todas las garantías. 

Otro de los aspectos más importantes al empeñar un objeto es recibir una copia del contrato. Con este documento, el consumidor conoce el valor que se da al bien depositado, las condiciones que ha firmado, cómo y cuándo se puede recuperar la prenda y el tiempo que dura el crédito. Se ha detectado que no todos los negocios lo entregan, por lo que el vendedor debe hacer valer sus derechos y negarse a dejar el bien en el caso de que no le den el contrato. Sin él, el usuario está desprotegido por completo y no podrá reclamar nada. 

Tampoco conviene fiarse de las empresas en las que no piden el DNI, trámite obligatorio para hacer la transacción, o hacen la vista gorda con algunas personas por el simple hecho de que tengan buen aspecto. Es una manera de admitir que también adquieren joyas robadas y, por tanto, no trabajan por completo dentro de la legalidad. Estos establecimientos tienen que enviar cada cierto tiempo a la policía registros de las joyas que han comprado y, en el caso de que sean robadas, han de devolverlas. Pero muchos aseguran que les compensa porque, al no pedir documentación, tienen un mayor volumen de negocio. 

Para no ser engañados, también es aconsejable que la tasación se realice de una manera correcta. Algunas personas no están capacitadas para hacerlo y le dan a la prenda un valor mucho más bajo del que tiene. Esto repercute de forma directa en el dinero que recibirá el depositante, ya sea en forma de crédito o por la venta. En el documento ha de figurar la persona u organismo que ha tasado la alhaja. Este documento debe adjuntarse al resto del contrato. 

Si se empeña un objeto, es fundamental conocer los intereses que cobra la entidad y leer con detenimiento el contrato. Además de ser muy superiores a los del monte de piedad, es posible que se expresen por meses y no por un año, con lo que el consumidor contraerá una deuda muy elevada con la casa de empeño, que le será muy complicado saldar. En algunos negocios se practica usura y es un hecho que conviene denunciar. 

A la hora de empeñar una joya hay que decidir si se solicita el dinero en una casa de empeño particular o en un monte de piedad.

Los montes de piedad cuentan con más de cinco siglos de historia y nacieron para combatir la usura. Hoy en día, están unidas a las cajas de ahorro y carecen de ánimo de lucro, por lo que los intereses que cobran cubren los gastos de funcionamiento. Dan a su cliente el dinero que han conseguido de más en la subasta.

Cuando el ciudadano deposita sus bienes para el empeño, un tasador calcula el valor que tienen y, en función de este importe, le conceden un crédito de una u otra cuantía. Aquí comienzan las diferencias entre los montes de piedad y las casas de empeño privadas. El crédito concedido por estas es del 60% o el 70% del total, mientras que en los organismos unidos a las cajas de ahorro puede llegar al 80%, e incluso, superar este porcentaje. La única garantía para la devolución del préstamo es la prenda depositada, que perderá el ciudadano si no cumple con sus obligaciones. 

Los intereses que cobran los montes de piedad rondan el 5% o el 10%, mientras que en el resto de los establecimientos la cuantía es superior, tanto que en ocasiones se considera usura. 

Si el depositario no devuelve el dinero o no recoge la prenda en el tiempo marcado, esta se vende o se subasta. Aquí aparece otra diferencia entre los dos establecimientos. La casa de empeño se queda con el beneficio que obtenga de la venta o de la puja, mientras que el monte de piedad, si consigue más dinero por el bien, una vez cubiertos los gastos generados, le da al cliente el importe restante. 

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1 comentarios:

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